martes, 10 de julio de 2012

Política por Yampein


Como sabrán, la política no es mi fuerte. Toco de oído: podría ser un ser lobotomizado por la corpo mediática para un kirchnerista, pero también podría ser un kircherista a pura cepa por una cuestión billeteril para la corpo. En ningún caso podría ser un ser pensante. No importan mis carreras universitarias ni mis experiencias ciudadaniles. Parece que si no se es de un lado, no se puede ser del otro. Mucho menos se pueden encontrar aciertos en ambas expresiones. Merecería la horca, si existiera. Históricamente en este país las cosas se resuelven por las dicotomías. Estamos en presencia de una nueva en donde yo -como muchos otros- quedamos afuera. Game over. Aunque en realidad nunca entramos en el juego. Fue sólo una sensación la de hacernos creer que importábamos todos y todas. Yo me la creí. Me creí un jugador con convicciones. Hoy sólo me quedan mis convicciones: que tampoco es tan poco. Más bien todo lo contrario. Por tenerlas y por no encontrar coherencia en eso que ellos llaman "política" es que dejé la guerra de plumas, las películas, el "Yampein" y escribo este posteo. Antes que nada, perdón a mis colegas que se dedican a política. Pero sepan que ustedes también podrían hablar de Tinelli: tal vez si entendemos lo que pasa ahí, podamos entender cómo se resuelve este kilombo. (Le robo este concepto a Adriana Amado, si ella acepta será quien dirija mi tesis de maestría).

Vamos por partes. Arranco este posteo pensando en mi prima: profesora de literatura, madre de un hijo adolescente en plena secundaria y alumno ejemplar, separada (creo que el padre no le pasa ni le pasó nunca un patacón, peso, dolar, euro y la moneda que quieran), laburadora por naturaleza y convicción (antes de ser docente hizo de todo y me consta), hija de una madre que siempre tuvo que laburar jornada completa para parar la cacerola, en definitiva mi prima creció viendo que el único camino para salir adelante era el estudio y el trabajo. Ella como yo crecimos viendo a nuestros padres trabajar. Nadie les regaló nada. Pasaron por el cagazo en la dictadura, la hiper de Alfonsín, la mezcolanza del menemismo, las cagadas de De la Rúa, la confusión del Duhaldismo y la esperanza del kichenrismo del primer Kirchner. Pero siempre laburando. Siempre diciéndonos que se puede ser una buena persona respetando al otro. Creyeron en la educación. Apostaron a ella para convertirnos en quienes somos hoy. Seres libres y pensantes. Sospecho que eso de no deberle favores a nadie está bueno.

Pero vayamos al punto. Mi prima es docente en escuelas secundarias de Quilmes donde hay chicos que llegan a clases sin comer. Otros llegan armados. Otros drogados. Otros viven en villas. Otros ni si quiera saben qué hacen ahí. Otros quieren aprender. Otros comer. Otros. Son otros. Otros que la política -o los políticos- ven en estadísticas. "No generalices", me estaría diciendo mi pareja. Ahí me estaría diciendo que conocemos "gente muy noble que no robo". Pero en esa afirmación que comparto, entran tácitamente los otros hijos de mil puta que afanan sin parar. Los que venden azúcar con escremento de rata a un ministerio público para repartir entre los pobres. Los que cobran sobreprecios para regalarles carteras a las manzaneras que nunca aparecen. Mencionó estos dos casos porque yo mismo los investigué. Después me tocó escribir de la farándula, pero eso es otro tema. No soy periodista de política. Pero si el último sábado hubiera estado sentado en el Salón Dorado de la casa de Gobierno de la provincia de Buenos Aires le hubiera preguntado a Scioli cómo se hace para vivir en Quilmes sin cobrar un puto peso -y perdón por putear al peso que no tiene la culpa- desde marzo al día de la mismísima fecha. Cómo mierda se hace para pagarle a los chinos, al boliviano las mandarinas, cargar la Sube para ir a dar clases, en fin: para sobrevivir.

La respuesta no la entiendo: los de contralor de personal de la Dirección General de Escuelas de la provincia más grande del país están de paro: están de paro porque les descontaron los días de paro. Yo paro, tu paras, el para, nosotros paramos. La provincia está parada: los judiciales también están de paro. Por ende el reclamo gremial (que depende con quién esté arreglado será su destino en suerte) ante la justicia tendrá que seguir esperando. Y así pasan los meses. Así pasan los días mientras escuchamos que todo se debe a que Scioli quiere ser presidente y eso la molesto a Cristina. al menos es lo que creo entender que pasa. Entonces las aguas que lo unía se dividieron: hay de todo y para todos los gustos. Radicales que apoyan, Denarvaistas (¿se escribe así? viene de De Narvaez, el millonario que hoy se dedica a la política y sueña con ser gobernador) que ven en Scioli al mejor candidato peronistas, Felipistas (por Solá) que dicen que será quien reemplace a Scioli, los de la Cámpora (la agrupación "¿intelectual?" de Máximo, el hijo de la Presidenta) que ven a Mariotto (el Julio Cleto Cobos de Scioli) el candidato por  naturaleza, los de la Juan Domingo (que vendrían a ser los opositores a los de la Cámpora) y después sospecho que habrá independientes o algo así que por momentos apoyan a unos y en otros a otro: pienso en que debe quedar alguien del ARI, La Coalición Cívica o esas cosas que inventó Carrió y abandonó a su antojo.

Insisto: no sé de política. Pueden asesinarme por sincerarme. Celebré muchas políticas kirchneristas y critiqué otras tantas. No me gusta que se vuelva a instalar el "método miedo/marcha: quedate en tu casa, poné rejas y viví como en una isla". No me gusta el "dolar sube, todo es un desastre como el 2001". No me gusta que no paguen el sueldo a los docentes. Quiero menos recitales en el verano de los Pimpinela y que cuidemos la guita. Así de simple: como cuando no llegas a fin de mes y tenés que esperar para comprarte un libro, un par de zapatillas, un televisor o lo que se te antoje el orto. Que se les obligue a todos los deudores de ARBA a que paguen lo que deben (son 65 millones de pesos, aproximadamente. Fuente Télam). No es el mismo escenario del 2001. No tenemos por qué volver a tener una crisis económica de esa envergadura. No tienen que mostrarnos que son una bolsa de gatos que se pelea por quién se queda con el Whiskas. Tampoco que necesitan tener una muñequita de trapo como souvenir: no estamos en una fiesta. No todos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario