martes, 18 de enero de 2011

Los "Golondrinas"


En verano no todos tienen sus vacaciones. También están aquellos que aprovechan que otros están al pedo, tienen plata y quieren gastarla. Algunos bautizaron a esos empleados como "golondrinas". Los golondrinas varían segun la necesidad, la creatividad argenta y, claro, el mercado.

-Mi tía estaba en el baño y Cenicienta le pidió si le podía subir el cierre del vestido, me contó una amiga en plena jornada laboral, en uno de esos tantos parates que se hacen en una redacción.

-¡Sabés si yo me encuentro con Cenicienta en el baño!La fantasía del pibe, dijo Agustín.

En mi trayectoria por la Costa Atlántica recuerdo un Hombre Araña desnutrido en San Bernardo, chicas empanadas en Cariló, hombres churros en Mar del Plata y Homero Simpson en La Lucila. El primero era el responsable de la animación en un trencito que por una fortuna te hacía una especie de city tour, para ser generoso. Las "empanaditas" repartían volantes, mostraban el culo y te regalaban una mini empanada para que te quedes con las ganas y la calentura. El trabajo del "churroman" no variaba mucho al de las chicas, solo un cambio de género. La verdad que la historia de Homero no la sé. Seguramente algo vendería, pero no lo recuerdo.

Hay un "golondrina" que merece un párrafo aparte. Ese es el "choclero". El tipo se levanta tipo seis de la mañana. Compra los choclos lejos de la ciudad, donde los precios son más baratos, los hierve como hasta las once y después los sale vender. Es cierto que ese pequeño pedazo de maiz -con un poco de manteca- muchas veces podría cotizar en la bolsa, pero el precio es lo de menos. Lo escuchás, ves al de al lado comerlo y te tentás. Así de simple es la lógica del marketing choclero.

En esta oportunidad no me voy a meter con los "golondrinas trapitos" porque esos merecen un post entero. En la ciudad ni los trapitos quedaron. En fin: verano, otra postal de las diagonales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario