lunes, 9 de enero de 2012

Atención al público con descuento incluido

Hacer trámites y el calor no son compatibles. La mañana arrancó tarde cuando debería haber comenzado tipo diez. ¿Por qué será que uno piensa que los empleados, los lunes, atienden mejor temprano que al mediodía? Supuse que a primera hora podría hacer todo con menos calor, menos colas, más rápido y más efectivo. Error. Al que se duerme (no madruga) Dios (también) lo ayuda.

Como mi amiga Silvita está haciendo vida de regia en Punta del Este me dispuse a hacer algo que tendría que haber hecho ella. Mandar una encomienda a Mar del Plata desde la terminal de ómnibus de La Plata no tiene nada que ver con estar en el Spa del Mantra. Igual, no me quejo, yo me ofrecí. La primera transpiración de la mañana se la debo a tres hermosas cajas, embaladas en tres bolsas de residuos, con tres carteles con letra de chongo. Carlos, la pareja de Silvia, preparó todo el día anterior y a mí solo me tocaba enfrentarme con la doble de Martha Sánchez versión platense. Llego al mostrador del sector encomiendas.

-Qué tal? -me hago el simpático pensando que con los buenos modales se llega lejos- quiero mandar estas cajas a Mar del Plata.
-¿Por qué empresa? -me pregunta el primo hermano de Leito, el bailarín de los Wachiturros.
-No sé, cualquiera. No tengo problema. Esta.
-Mirá, mejor mandalas por Plusmar. Es el mostrador de al lado.
-Bueno, listo. Graciasssssss.

Muevo las tres cajas. 2, 3 y 5 kilos. Grandes paréntesis: sé los pesajes porque la versión morocha de Martha Sánchez me las hizo pesar. Llego al mostrador de Plusmar.

-Hola, quiero mandar estas cajas a Mar del Plata.
-Te tengo que cobrar el embalaje, sabías no?
-No, pero está bien.

Me hace esperar un rato. No mucho. ¿Cuánto dura la versión de "Colgando en tus manos" de Martha Sánchez y Carlos Baute? Ponele, 5 minutos. Sin pagar un sólo centavo tuve mi recital en vivo y directo. Un muchacho de ojos negros -enojados y conurbanescos- y la empleada que me ¿atendía? karaokeaban delante de mí.

-¿Tu nombre? -me tuteó como si fuéramos como chanchos.
-¿A nombre de quién va? -ahora cagándome a pedos.
-Son tres cajas, así que -sumó mentalmente y no le quitó la mirada de encima a las cajas-, son 28 pesos. ¡Te hago precio!
- Ah, no. También se puede pagar en el destino. Mejor, sí mejor -afirmó y respondió ella sola.

***

El segundo trámite era algo que tenía que durar mínimo treinta minutos y salir mal. Duró diez con toda la furia. Y eso que me encontré con una compañer del diario en la vereda y nos dijimos lo nuestro. Entro. No hay nadie en la cola. El de seguridad me dice que espere. Espero. Me llaman al box 3. Voy al 3. El hombre del box 1 me llama. "Anda mal, yo te atiendo", me dice. Me atiende. Le digo lo que quiero. Me dice si antes pasé por la AFIP. Le digo que sí. Le miento. Me cree. Me vende. Lo saludo. Salgo a la calle. Justo pasa Pablo con el auto. Me subo. Listo.

***

-No, hace tres meses que Wester Union no tiene sistema -me dice con voz de pito y sabiendo de memoria el discurso la típica mosquita muerta y chupamedias que se muere por ascender y que es capaz de cagarte con tal de ser "jefa de...".
-El sistema se puede caer minutos, horas, días, pero no mesesssssssssss -le digo medio caliente por ese tono de voz típico de conchuda que se quiere hacer la simpática, pero está feliz con que vos te hayas venido de la loma del orto al mismísimo pedo. Como un imbécil, le pregunto si sabe dónde hay otro cercano.

-Pregunta en atención al clie -a esa altura ya estaba en la playa de estacionamiento camino al próximo destino.

Llegamos a donde creímos y no. Me mandaron a tres cuadras. Llego, saludo, digo lo que quiero y me mandan a completar un formulario. Tengo una duda. Pregunto y no me queda otra que dejar el trámite para después. Dos horas más tarde, vuelvo. Con el formulario en la mano -completito completito como si fuera el ancho de espadas- siento que la misión se estaba por cumplir. Me equivoqué.

-¿Sabías que tenés que pagar una comisión de 87 pesos? -me dice tranquila y despacio una mujer de 50 años, lectora de Paparazzi, fanática de "Gran Hermano" y con un tema de Britney Spears de fondo a todo lo que da.
-Bue, algo me habían dicho. Si no queda otra...

***

En la oficina soy el que se ocupa de juntar el dinero para la compra de los regalos de cumpleaños. Como "la elefanta", el personaje de "El efecto Noemí", la novela de Carolina Aguirre que estoy leyendo. El miércoles es el de Marita. Una amiga divina. Una mina de diez. Cuando salgo de mi último trámite veo en una vidriera un típico regalo para Marita. Es más, la veo con eso puesto. Tiene toda su onda. Adentro del local hacían como 50°. El aire -típico- no funcionaba. Le pregunto a la vendedora por eso (no puedo decir lo que es porque aún no entregué el regalo). Mientras busca el precio yo cuento cuánto junté. No llego. Me pregunta cuánto ponemos por cabeza. Le digo. Agarra la calculadora y multiplica. Levanta la mirada y me dice "ya fue". Agarra una goma gastada y borra el precio original. Me lo envuelve para regalo y me hace un flor de descuento!!!

2 comentarios:

  1. Jaja, GENIAL!!!
    Pase por la de las encomiendas, y encima por hacele favores a amigos..
    y tambien trabaje en Western Union... pero no era la tipica conch... todo lo contrario era muy "ayudadora" por eso nuestro local era el mejor y digo "era" porque aqui lo bueno no se premia, se cierra.
    La Unica Reina del Pan Dulce.
    Y tuviste suerte con el tramite fast, único!
    Estoy sufriendo que Telefonica no venga a repararme el desperfecto "de ellos" desde el 20/12, pero no tengo animo de dejar mi aldea para ir al centro.
    Hay que ser muy valiente, amigo.

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