miércoles, 18 de enero de 2012

De rebote

Todo tiene que ver con todo. Y nada está tan suelto. Tan inconexo con lo que nos pasa. Con lo que fuimos viviendo. Con lo que pudimos crecer. Con lo que dejamos fluir. Con lo que sufrimos. Con lo que amamos. Con lo que padecemos. Con lo que elegimos. Con lo que no elegimos. Este posteo viene madurando en mi cabeza desde el sábado a la noche. O quién sabe desde hace mucho tiempo. 
El domingo leo en Clarín un artículo de Claudia Piñeiro http://www.clarin.com/sociedad/mujer-inventario-cuenta-nueva_0_626937514.html  y me quedo pensando. Habla de lo que les pasa a las mujeres a los 50.  En ese relato sentí a esas mujeres. Las vi. Las comprendí. También pensé que había llegado el momento de escribir de los que nos pasa a nosotros. O a alguna parte de nosotros. No creo que a todos, por la arbitrariedad de pertenecer a cierta generación, nos tengan que pasar por la cabeza las mismas cosas. Pensé, es ahora de hablar de la paternidad. De la paternidad de aquellos que somos homosexuales.

Tengo 34 años, pero faltan meses para que eso cambie. Hace un tiempo alguien, no recuerdo muy bien si era del gremio, me dijo que comprarse una mascota era canalizar el deseo de la maternidad-paternidad. Ahora que la tengo a Triny puedo llegar a darle la razón. Claro que no tiene nada que ver tener un perro con tener un hijo. No se alarmen. No enloquecí. Pero te empiezan a pasar cosas que antes no te pasaban. Se enferman y sufrís. Se enferman y tenés que buscar quién la pueda cuidar. La ves jugar y te emocionas. La escuchas soñar y te enterneces. Como no soy padre sospecho que son cosas que les deben pasar. Les deben pasar cuando se les cae el ombligo. Cuando sale el primer diente. Cuando gatea por primera vez. Ni hablar cuando camina o cuando dice "mamá" o "papá". 

Con toda esta ensalada en mi cabeza llegué al martes a la noche. Le propongo ver a Pablo "Margin call", una película inspirada en el última caída de la bolsa de Wall Street, pero él tiene otro plan. Propone ver una que no se acuerda muy bien el nombre y me relata la historia. Acepto. Me registro en Cuevana y la vemos. 

La película es muy sencilla. Nada del otro mundo. En Argentina se estrenó como "Amante accidental", una mala, para no decir pésima traducción de "The Rebound" (algo así como "de rebote"). Después de verla, prefiero quedarme con el nombre original. Ella, Catherine Zeta Jones, descubre que el marido le es infiel de casualidad: está buscando en la compu de la casa un video que le pidió el hijo y vio cómo una vecina le hacía un pete a su esposo a metros de ella. Deja el pueblo y se muda a New York con sus dos hijos. Llegan a Manhattan, la "ciudad donde viven las minorías y los capitalistas", como bien dice el hijo varón, un nene de cinco años. Por las casualidades de las películas, ella alquila un loft arriba de un Coffe Shop. Sí, donde trabaja él. El "amante accidental". 

En el arranque más que un semental es el niñero. Ella consigue trabajo rápido. Él le cuida los hijos. Ella tiene citas fallidas. Él la espera con la comida. Ella es cuarentona y bonita. Él tiene 25 y está más fuerte que tornillo de puente. Pasa lo que tiene que pasar hasta que se pudre todo. Como es una comedia dramática, entra el drama. Ella plantea la diferencia de edad y puf, a la mierda. Sabía que el tipo era el hombre indicado, pero no. Se la complica al pedo y dice que él es "too young".

Él emprende un viaje místico por el mundo, como el de Julia Roberts en "Comer, rezar, amar". Ella asciende en su trabajo y los hijos crecen. Pasan cinco años y, por las casualidades de las películas, se reencuentran en un restauran. El le presenta el hijo que adoptó en algún país asiático, cual receta de Angelina Jolie. Ella le dice que los suyos están en el mismo lugar. Que por qué no comparten mesa. Acepta. Se dan la mano. Se miran. Estarán juntos toda la vida.

Me levanto de la cama. Voy al baño. Me siento a hacer pis. En casa se hace pis de sentado para no mear la tabla. Bajo la cabeza. Pienso en el nene asiático que adoptó el de la película y lloro. Lloro porque pienso que quiero ser papá. Lloro porque todavía no me animo. Todavía...

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